por carlota elena guerrero
La sal común está formada por cloruro de sodio y se obtiene
por pulverización y posterior refinamiento de rocas de sal.
El organismo necesita sodio para funcionar apropiadamente,
por ejemplo en la transmisión del impulso nervioso a través de los nervios, en
la contracción muscular o para mantener el adecuado balance de los fluidos
corporales.
Los riñones son los encargados de controlar la cantidad de
sodio en el cuerpo. En un organismo sano el exceso de sodio se elimina con
relativa facilidad, pero si los riñones fracasan en su tarea de eliminación,
pueden sobrevenir numerosos problemas de salud tales como: hipertensión,
retención de agua, edemas, aumento de peso, agravamiento de las enfermedades
del corazón, del hígado y de los riñones, cáncer de estómago, osteoporosis, etc.
Los alimentos contienen de forma natural la cantidad
necesaria de sal para que el organismo funcione saludablemente. Cualquier adición
extra de sal resulta en un trabajo innecesario para el cuerpo y en un recargo
en el funcionamiento de los riñones.
Por lo tanto, añadir sal a la comida no sólo es innecesario
sino perjudicial.